miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Una cosa o una vida? (quito anitaturino)


La real academia de la lengua explica que la pablara cosa es un objeto inanimado, en oposición a un ser viviente; y no solo el criterio común nos dice que un animal es un ser vivo, también el origen de este término, puesto que la palabra animalis se entendía en latín como lo que tiene soplo, es decir que tiene respiración.
Por lo tanto un animal no puede ser tratado como una cosa, tal como lo sostiene Alfonso Reece, en su artículo “toros y propiedad”, donde cree que un ser vivo puede ser agredido, usufructuado y abusado, solamente porque nació en una hacienda.
Si todo esto es tan claro e indiscutible, no se logra entender como existente personas que se divierten con el dolor ajeno, y es conocido por todos que el argumento de que “al toro no le duele”, es falaz. Y quienes digan lo contrario, que nos cuenten en que publicación científica se afirma tal absurdo, Preguntémonos, si acaso la naturaleza es capaz de crear a una especie con el único fin de que otra especie se divierta maltratándolo.
No queda claro tampoco como es que se ha creado en nuestra ciudad que se llama franciscana, y recordemos que San Francisco es el santo de los animales, una ley como la ordenanza 106, donde se legaliza a este acto cruel y se legisla a favor de una actividad privada.
Las leyes, deben responder a las necesidades de una sociedad en una época determinada, y nuestra sociedad en este siglo debe inscribirse en lo que Edgar Morin denomina ciudadanos del mundo y del universo, se debe enseñar, dice este autor en un texto encargado desde la UNESCO, que todos los seres vivos somos semejantes y todos nos merecemos respeto.
Quienes nos sentimos hermanos de todos los seres vivos, creemos que es indignante saber que a través de una ordenanza se exige al municipio la difusión de este acto denominado tradición, que definitivamente no justifica el padecimiento y el dolor de un ser vivo. Tradición por cierto también es la represión y el abuso de poder en nuestro país, y por supuesto queremos que desaparezca.
Además, las tradiciones también se inventan, así lo declara Eric Hobsbawm, con el propósito de identificarnos en prácticas adversas a nuestra forma de vida y unirnos a una identidad desequilibrada y ambigua, regida desde el poder.
Quito, no es un pueblo taurino, no es su tradición la impuesta desde la España cruel del siglo XVI, y reivindicada por los grupos de poder a través de una ley que nos hace aceptar sus prácticas crueles.
La ordenanza 106, es un atentado contra la vida de un ser vivo, un texto donde se evidencia que la única finalidad de una corrida de toros es lucrar, pues no existe dentro de los integrantes de la comisión taurina ningún representante de la cultura ecuatoriana, a pesar de que denominan a esta práctica cultura; ningún representante del deporte ecuatoriano, y denominan deporte y así consta la labor de una de las empresas organizadores de estos eventos en la superintendencia de compañías; tampoco al realizar esta ley se preguntó a la ciudadanía sobre su reconocimiento o no en ella y sin embargo la consideran como un valor inalienable de los quiteños.
Los quiteños no somos inhumanos y excluyentes, somos un pueblo hermano de todos las naciones de este planeta, no permitamos que nos identifiquen como personas crueles y violentas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola!..
si tienes toda la razon en lo que dices... sabes que estamos un blog de amplio alcance y vasta difusion, donde los articulistas exprearán su opinion.. queremos hacerle super serio y avalado por PAE.
Si te interesa me escribes
fernando.arroyo@pae.ec

Salud y fuerza animal!!
fernando